ARCHIVO DE POST.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Camaguey, MI CAMAGUEY

PALABRAS NECESARIAS
Camaguey, en la mirilla de un habanero que se siente camagueyano a ras de piel, que vive orgulloso de tener ese acento que lo familiariza con la gente de tierra adentro, porque se siente como tal, como un guajiro, nada menos que de Esmeralda. Jorge Jorge González, de Cuba, me ha traído hasta la bandeja de entrada de mi e-mail esta hermosa, nostálgica crónica en la que relata su vida de adolescente en la ciudad de los tinajones y en la que menciona amigos comunes de la época. GUATINí publicó en su Nro. 10 correspondiente a este mes de Setiembre su artículo titulado UN PUEBLO PREPARADO PARA VIVIR especialmente escrito para la Revista DESACATO de Brasil.
CAMAGÜEY, ¡MI CAMAGÜEY! Por Jorge Jorge González
Especial para la Revista GUATINÍ de Miami, USA
El mundo es inmensamente pequeño, nunca lo he dudado…Recién me carteaba con el Sr. Ernesto R. del Valle, poeta cubano y editor de la revista GUATINÍ, de Miami , a quien acabo de conocer y me dice que es de Camagüey, en Cuba…fue como si de pronto decenas de años de mi vida volvieran a repetirse, como película guardada en los archivos que se saca alguna vez para ser restaurada y alargar su tiempo de utilidad….Aunque mi nacimiento accidental fue en Maternidad Obrera de Marianao, en La Habana, soy un guajiro camagüeyano de Esmeralda, donde desde los dos años viví, crecí, estudié, logré el acento del que vivo orgulloso, la ortografía (entonces se aprendía de verdad con aquellas maestras normalistas que tuve la dicha de conocer), pasé mis primeros años como estudiante de pintura en la escuela de arte (en la parte de atrás del museo Ignacio Agramonte) y allí vive la totalidad de mi familia entre la pobre Guernica, Sánchez Soto, Previsora y algún otro lugar que no recuerdo ahora mismo. La Vigía fue mi barrio de la adolescencia, de la primera novia, de los primeros versos y de lo primero todo ¡cómo no voy a querer a aquel terruño! Cada año voy a visitar a mi madre, a mis hermanas, mis sobrinos, mis amigos, las calles, las plazas, su olor a matadero de reses y cuero curtiéndose , a beber un agua casi turbia pero con sabor a exquisitos recuerdos. Sentado muchas veces en el parque Ignacio Agramonte leía con mis amigos los versos de Antonio Machado, el Romancero Gitano de Lorca y la segunda edición en Cuba de "Cien Años de Soledad", de Don Gabriel García Márquez (la edición príncipe me la habían hurtado en la propia escuela) de la colección Huracán y que como uno real iba perdiendo cada hoja en la medida en que te adentrabas en el tema pues su encuardenación era más que pésima, paupérrima….; Mallarmé, Paul Eluard, los poetas de la Generación del 27 en España , Maiakovski, las novelas interminables del realismo socialista soviético, los "ladrillos" de León Tolstoi y las más "potables" de Dostoievski, junto a los clásicos de Julio Verne –en particular los más fantasiosos-, las novelitas exóticas de Emilio Salgari o todo el arsenal de Ernest Hemingway , eran almuerzos diarios de adolescentes que no pasábamos de los catorce, quince años. Muchas veces, no entendíamos casi nada de lo que leíamos, pero era "chic" que los demás conocieran que estábamos a la moda del momento…y créanme, no me arrepiento de haber tenido a mi alcance aquel tesoro, de haber podido comenzar, ya desde entonces, una sed por la lectura que no se me agota con los años. Poco importa qué texto comprendía mejor o peor, con el paso del tiempo he releído muchos de esos indispensables y ahora sé que al menos comprendí que leer a los clásicos y a los no tantos, es una ayuda inestimable para mantener un tema de conversación, criterios propios y una cultura general integral que muchas veces nuestros hijos ni siquiera piensan que será importante en algún momento de sus vidas. Para mi ha sido algo insustituible siempre y me ha abierto más de una puerta cuando he visitado Francia, España, México , Nicaragua u otro país y muchos se asombren de que les hable de Víctor Hugo, de Quevedo, de Sor Juana Inés de la Cruz y sus sonetos de leyenda o del modernista Rubén Darío…No soy un nostálgico por el pasado ido, pero el Camagüey de los finales de los años sesenta del pasado siglo, con sus pequeñas callejuelas, sus casas e iglesias con olor a antigüedad, también transmitían la magia del conocimiento. Nadie nos obligaba a leer esos textos, nadie nos exigía conocer de poesía, de cuentos o novelas, de análisis teóricos sobre la inmortalidad de la "lechuza", pues nada iba a los exámenes, era como una necesidad innata en cada uno de mis contemporáneos, tan apremiante como asistir a la experiencia inicial en el amor. ..darse el primer beso a escondidas de todos, pero queriendo gritar ¡la amo! en un cine desbordado de personas ajenas a nuestra felicidad y que posiblemente también querrían gritar lo mismo pero no tenían el valor suficiente para hacerlo, como tampoco nosotros. Esa primera novia, cuyo nombre sólo me pertenece a mi y a los amigos de entonces que envidiaban nuestro idilio casi melifluo, almibarado, tenaz y caprichoso , vivía en un barrio periférico cercano al aeropuerto conocido como el INAV - aunque oficialmente creo se llama 19 de abril- y aun recuerdo cada detalle de su estructura física: su pelo, su voz, su piel suave y su andar de gacela en celo, aunque hace decenas de años que no la veo, pero no importa, porque al pensar en ella me transporto al paraíso y hace que se sublime cada recuerdo de los momentos que compartimos entonces; que cada canción de The Beatles que escuchamos en secreto sea como un himno a la libertad que empezábamos a tener y a defender contra viento y marea de los padres, de la censura nunca escrita pero aplicada por los defensores del "orden" y de lo "establecido" como correcto y no contaminante de la cultura oficial con un celo casi lastimoso (décadas después el propio Fidel, en un acto considerado por muchos como un acto de "mea culpa" por las estupideces cometidas en aquella década por los funcionarios de turno, inauguró una hermosa estatua de John Lennon en un céntrico parque habanero y cada año se organizan seminarios y conciertos dedicados a la influencia de su arte no sólo a nivel mundial, sino particularmente en Cuba); esa mujer bella y camagüeyana total, que aun despierta en mi sentimientos de amor intenso fue capaz de cautivarme….porque leía más que yo, porque podía hablar de los clásicos y de los contemporáneos con una fluidez inusual para sus quince años cumplidos, porque Mozart y Chaikovsky no tenían secretos para ella y Cesanne , Monet , Renoir , Chagall o Mondrian eran artistas que parecían haber crecido junto a su figura, pues conocía hasta la saciedad sus obras y señas personales; porque "Metrópolis" , "El nacimiento de una nación", o "El chicuelo", no eran películas estupendas del cine mudo, eran soportes de su angelical y variado conocimiento adquirido en la Cinemateca que funcionaba sólo un día a la semana, pero un día al fin, en el precioso cine "Alcázar", el mejor de la ciudad y al que nos autorizaban a ir a los estudiantes de arte por la dirección de la escuela, muy adelantada a su tiempo en cuanto a concepciones pedagógicas y a libertad de creación, tanto que en aquel centro jamás se trataron de implantar los esquemas del realismo socialista y sí accedíamos a todo lo novedoso que se creaba a nivel internacional y participábamos junto a destacados artistas en proyectos conjuntos que nos llenaban de felicidad; tomábamos las vidrieras de los comercios y montábamos exposiciones colectivas, hacíamos cerámica en la fábrica Azorín para emplazar las obras por toda la ciudad, dejando nuestra joven huella en la cultura agramontina; muy pocos o ninguno de nosotros quizás, podíamos imaginar la poderosa y útil influencia que la dirección ejercida por el pintor Gabriel Gutiérrez –mi amigo entrañable con el tiempo- habría de trasladar para siempre a sus estudiantes, es más, pienso que ni él mismo, ni el grupo de profesores que lo acompañaron (Manuel López Oliva, Héctor Molné, Francisco Antigua, Evelio Lecour, entre otros) pudieron predecirlo, pero le agradecemos lo que hoy somos…cómo no enamorarme entonces de aquella muchacha culta, tan hermosa como la belleza misma y tan sensual como sólo les es posible ser a aquellas personas que han sido tocadas por el encantamiento y la magia de los que habrán de perdurar en la memoria; cómo no dedicarle unos párrafos a esa musa que me abrió las puertas del deseo, que hizo de mi un hombre cuando aun no me habían salido los vellos en el pecho y compartió conmigo los "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" del joven y ya enorme poeta Pablo Neruda ; que cantaba conmigo "Anna" de The Beatles -todo un himno para la juventud camagüeyana de la época, a pesar de las prohibiciones- o las primeras canciones de Silvio Rodríguez y dejaba besarle cada pulgada de su estructura anatómica vibrando de emoción como yo ante cada descubrimiento mutuo de nuestros cuerpos vírgenes. Sólo ese recuerdo memorable de mis primeros lustros valdría la pena para regresar cada vez que sea posible a Camagüey, ¡MI CAMAGÜEY!
La Habana, septiembre del 2008

◄►◄►

OH, CAMAGUEY (!!!)

Ernesto R. del Valle

Fundada en 1514, la ciudad de Camaguey es una de las primeras 7 villas de Cuba, se caracteriza por un paisaje urbano de calles estrechas y laberínticas que confluyen en numerosas plazas y plazoletas en su centro histórico que es uno de los mas extensos de la isla y donde se señalan numerosas edificaciones con significativos valores arquitectónicos e histórico-culturales, así como interesantes museos. Podría decirse que después de La Habana Vieja y Trinidad el centro histórico de Camagüey, por su extensión y conservación, es el mas interesante de la isla.

Sé que, todo aquel que haya tomado agua del tinajón camagueyano, irremediablemente le queda un hechizo, como un mágico resplandor interior, una vez que deja de pisar las calles camagueyanas. Es que nuestra tierra de leyendas permanece mucho más allá de la mirada que estendemos a su territorio, No importa las casas derruidas por el tiempo o los ventanales de hierro revestido con esa costra de óxido. No importan las calles destruidas por las aguas o esas plazas rodeadas de casas despintadas. Calles y callejones, Plazas y plazuelas se abren ante nosotros en el recuerdo y ya, no podemos sino caer vencidos ante la magia de la belleza colonial que le comba en sus estructuras.
Para terminar estas décimas tomadas del libro en preparación "Con el mismo punto"
◄►
PASEO
1
Por tus callejones voy
contando mis lentos pasos;
las nubes, como retazos,
me saludan donde estoy.
Tan libre cual vivo y soy
en mi ciudad colonial
entrego el dulce panal
de la tonada guajira
porque la Musa me inspira
con su diapasón rural.
2
Me pierdo entre ventanales
de altas rejas y fachadas
que me hablan de las pasadas
construcciones coloniales.
Bajo herrumbrosos canales
rematando los aleros,
entre oréganos, canteros
y la gentil mariposa
humildemente reposa
el hijo del Alfarero

CASINO CAMPESTRE

1

Casino, pulmón silvestre

de mi ciudad colonial;

si pareces lo rural

en miniatura campestre.

Veo un monumento ecuestre

bajo los robles sombríos;

veo jagüeyes umbríos

cobijando la niñez

y en el banco la vejez

destejiendo sueños fríos.

2

Veo allá la anacahuita

con sus frutos cual vasijas

oteando entre las hendijas

de sus bejucos de pita.

Veo la ceiba bendita

algarrobos y majaguas

veo como caen las yaguas

sobre el césped limpio y verde

y veo como se pierde

las sombras de las tataguas.

3

Anida la codorniz

en lo alto de la palma

y su canto llega al alma

independiente y feliz.

Es la esencia y la matriz

lo eternamente cubano,

es lo rural y lo urbano,

la manigua en el concreto

admiración y respeto

de mi pueblo campechano.

4

Es el sencillo homenaje

al pulmón de mi ciudad,

que digo en la brevedad

asumida en su paisaje.

La tarde vistió su traje

de tan bello colorido

que no caerá en el olvido

mi casino tan campestre

ni la enorme estatua ecuestre

del mambí desconocido.