Por ERNESTO R. DEL VALLE "Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega,
mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace nacer al hijo del fondo de la tierra"
Pablo NERUDA. (Chile)
Poema # 1 (Veinte poemas de amor y una canción desesperada)
Este CATAUROEROTICO, de sencilla y equilibrada lectura, no es, ni podrá ser jamás la consagración de nadie como poeta.
La literatura erótica, en contraposición con la, a veces mal comprendida, literatura porno, revierte en su contenido la satisfacción de conceder a los sentidos del autor, la libertad de expresar lo que muy dentro de su ser, pervive como experiencia vívida e inolvidable.
Pero aquí están estos versos, seducidos primeramente por la laboriosa y humana concentración del recuerdo, pasando por las inimaginables mallas o filtros de la conciencia para convertir esos recuerdos en arte literario.
Versos que surgen con la expontaneidad propia de la experiencia de los sentimientos engarzados a la memoria.
Aquí están, expuestos para tí, lector, amigo o amiga.
Para conmover tu espíritu.
Para mitigar la soledad que pueda embargarte la ausencia de la pareja o para, sencillamnete establecer la realidad de la belleza inigualable, altanera y necesaria de nuestra mujer.
Acecho tus maneras y tus gestos,
vigilo tu andar acompasado,
el movimiento de tu falda, el puerto,
do mi nave febril ha naufragado.
Fui como Adán mordiendo la manzana,
saboreando la cruz del compromiso,
confundiendo serpiente y paraíso,
con tu cuerpo desnudo en la mañana.
Jamás rindas tus armas ... !y adelante !
mujer que te atrincheras en las sombras;
no abandones ni entregues tu baluarte
que yo sabré conquistarlo en la victoria.
Desnuda tú y abierta ante mi fiebre
y el empuje viril que no te salva
de ser flor o arcoiris, más te atreves
a ser mía, libremente esclava.
Se desmaya la tarde en un "te quiero",
y tu cuerpo, paisaje enardecido,
se incinera en un ósculo de fuego
que loco entre tus muslos se ha perdido.
No vengas con quimeras ni ilusiones,
ven sólo acompañada de tus panes;
que en tu cuerpo florezcan mis afanes
con el lúpulo del trigo y tus pasiones.
Desnuda tu, !oh fiel estancia mía!
!Oh valle de onduladas cordilleras!
déjame estrenar tus primaveras,
los surcos de tu bella anatomía
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