Fue inevitable tu llegada al Planeta Tierra
tu infancia iba delante de los sueños
y cuando te diste cuenta
ya las luces de los escenario
tenían otras encrucijadas
que las del esplendor.
Fue entonces que los venerados hados
de la luz impusieron el orden y las reglas.
Estabas en esa cornucopia
de las abundantes notas musicales,
de los célebres pasos
y los estridentes gritos
que se sucedían tras las bambalinas o
dentro de las salas o
en los inmensos espacios
donde no cabías
porque tu estatura
era galáctica.
Y llegaste al mismo fuego de la popularidad
entretejiste los sueños junto al oro
y el brillo majestuso
de tus triunfos.
Fuiste entonces
el voluntarioso transformador
y maquillista incidental de tu rostro.
en aras de ser otro
de querer no ser como tu eras
de querer amaestrarte
con tu yo modesto e inocente,
pero no pudiste con tu sombra
no pudiste con tu oro
no pudiste con tu nada
y asi, columbraste el poder
y el reinado Pop de nuestro mundo
fuiste el que fascinó a las multitudes
que te entregaban, más que el saludo,
un sueño como estandarte;
una sonrisa como un beso;
una amistad que supiste
aquilatar en la más terrible
de las soledades.
la soledad del que todo lo tiene
menos la chispa del amor.
en que abrumado con la carga
de los éxitos, llega el Hombre
a valorar lo tortuoso e imposible de la Vida
Y allí llegaste, hasta la sombra
hasta la espera del último concierto,
la última presentación,
la última coartada de la vida,
sin público alguno, sin aplausos,
sin la entrega del frenesí
y la eclosión de los sentidos.
para que presenciara
cómo te ibas de la escena
sin un pasillo, sin un chillido
donde guarnecer por siempre
la quimera.
También fue inevitable tu salida del Planeta Tierra
Tus ansias iban delante de los sueños
y cuando te diste cuenta
ya las luces de los escenario
tenían otras encrucijadas
que las del esplendor.
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