Tu cuerpo de luna llena
en la noche se ilumina.
Tu desnudes es más fina,
radiante, grandiosa, plena.
Tan loco de amor regreso
a tu desnudes salvaje
que he olvidado en el viaje
el pasaporte del beso.
De noche, con tal derroche,
tanto alimento tus ganas,
que marcho por las mañanas
con el sabor de la noche.
De tí aprendí la dulzura
del movimiento del mar
y acabé por naufragar
en corales de locura.
Tus labios forman un beso.
Tus senos, cual dos palomas
gemelas, brindan aromas
de los jardines de Efeso.
Tu cuerpo, tendido, arde.
Desnudo, ansioso, lo encuentro.
Mi sexo afianza su centro.
A tu flor se le hace tarde.
Sobre una silla, tu falda;
sobre tu falda, la blusa;
sobre tu cuerpo, la excusa
de la caricia en tu espalda.
Se encela tu cabellera
de mi beso tras la oreja
y yo le peino la queja
al compás de tu cadera.
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