ARCHIVO DE POST.

domingo, 2 de marzo de 2008

Otro amigo de los "años duros" que se nos va. Osvaldo Navarro, nacido en Santo Domingo, Las Villas, Cuba, el 18 de agosto de 1946. Muchas veces coincidimos en Camaguey y otras tantas en el patio de la UNEAC, en La Habana, para leernos en común lo último escrito. Murió en México el jueves 7 de febrero a la edad de 61 años debido a un infarto masivo o fulminante. Dejé de verlo y contactar con él poco antes de conocer su partida de Cuba hacia el extranjero.
Su estancia en Miami fue breve y partió hacia méxico.
Fue integrante en su juventud de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, también docente y periodista, ámbito este último en el que colaboró en La Jornada. Avecindado en México desde 1987, Navarro adquirió con posterioridad la nacionalidad mexicana.
Navarro es ubicado entre los autores más importantes de su generación, la cual comenzó a despuntar a finales de los años 60.
Entre sus obras se encuentran los libros de poesía De regreso a la tierra (1974), Los días y los hombres (1975), Espejo de conciencia (1980), Las manos en el fuego (1981), Nosotros dos (1984), Combustión interna (antología, 1985), Clarividencia (1989), Xabaneras (1996) y Catarsis (1999). Además, la novela testimonio El Caballo de Mayaguara (1984), con la cual obtuvo en Cuba el Premio Nacional de la Crítica, e Hijos de Saturno (2002). http://www.antorcha.net/index/hemeroteca/agustin/15_M.pdf http://www.bitacoracubana.com/emilio/Dospalabras.htm POEMAS DE OSVALDO.

CANCION A PROPOSITO

Esta idea es noble,

es fácil de palpar en los rostros de quienes la levantan

Pero en las tribunas yo he visto rostros secos;

los he visto en las colas, entre la muchedumbre,

con esa facilidad que tienen para escupir las palabras.

(Todavía está el poeta alertando:

"Cuídate España de tu propia España")

Y no es que sean muchos, pero están todavía

en los campos, en las colas, en los féretros,

buscando una tribuna donde amontonar toda la indumentaria

con que pretenden hacer de sus cuerpos

estatuas, monumentos.

LA HORA DE LAS LECHUZAS Te ha despertado pronto sin cigarro y sin hora. Levantas el fusil y sales a la noche como un animal encandilado. Bombardeada de estrellas y bengalas -unas que van erectas hasta la misma cúpula del cielo y otras que de cabeza se lanzan en un pozo- la noche queda rota por luces que se cruzan chorreándose en su propia desbandada. Es la hora en que irrumpen las lechuzas y en su vuelo cortante pasan ripiando el viento con las alas Cerca de tí, tus compañeros duermen. Te palpas responsable y te limpias los ojos con los dedos Seguro de ser tú ese aue ahora descubres, abres los ojos claros, ensendidos de sueño, para mirar el agua donde unos barcos tejen su bullicio de sombras. Contra la noche inmovil tu pequeña estatura proyecta en otra parte su sombra que se alarga; el corazón cuenta las horas.
LA BOFETADA

La primera bofetada

no me la dio mi madre

ni el mundo ni la gente

ni la vida.

Fue un regalo de reyes

que hallé bajo mi cama.

La tomé sigiloso

-sin despertar a nadie-

y me la dí en el rostro.

No hay comentarios: